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lunes, 14 de agosto de 2017

Sobre ilusiones parciales y las embarazadas del mundo

Hay algo que hace mucho me da vueltas por la cabeza e incluso fue motivo de charla en mis sesiones de terapia: que no logré imaginarme nunca a mi mujer embarazada. No sé qué extraña razón hizo que no pudiera dibujarla en mi imaginación en ése estado y es un motivo más de dolor, hasta de una rara culpa que sé que no corresponde pero me mortifica.

Nosotros los infértiles creo que aprendemos a ilusionarnos pero hasta ahí, con un límite, con miedo. Mientras vamos paso a paso cumpliendo cada etapa de los tratamientos y cumpliendo cada pequeño objetivo podemos ir ilusionándonos, antes no. Y esto es más notable cuanto más fracasos hemos acumulado. En mi caso, inconscientemente me prohibía ilusionarme de más ante cada etapa cumplida, jamás lograba pensar más allá de la próxima inyección, del próximo análisis, de la transferencia, de la beta y así.

Los dos últimos tratamientos terminaron en abortos casi iguales, entre la 5° y 6° semana de embarazo. La única diferencia fue utilizar heparina para tratar la trombofilia pero aun así no resultó por lo tanto no llegué a ver una panza crecida, ni siquiera un poco hinchada. Había que imaginárselo pero entonces eso daría lugar a la ilusión y lo frenaba. Piensen por un instante estando en mi lugar, si yo me imaginara tan sólo 10 segundos que había alguien creciendo allí también iba a desear imaginarme cuando creciera, las ecografías, los latidos, la 4D, la panza de embarazada… y no, nunca llegue a hacerlo porque si salía mal iba a doler más.

Se forma una coraza, uno termina siendo un Robocop emocional, un ser duro que para evitar el posible dolor anula la imaginación de las cosas lindas. Y miren que tengo miles de imágenes lindas por ahí en mi cabeza relacionadas con ser papá.

Y en este tema de ver embarazadas no imagine a MI embarazada pero, como a todos los infértiles nos pasa, ando por la vida cruzándomelas todo el tiempo, en todo lugar. Es increíble, es como una ley no escrita que mientras más desees no ver mujeres embarazadas más te las vas a cruzar, hasta en el más mínimo espacio siempre habrá una para recordarte ése “temita”. Sin ir más lejos y en una muestra tremenda de “el mundo contra mí”, en mi trabajo sobre un plantel de 70 personas aproximadamente, hay 6 mujeres entre embarazadas y madres recientes. Esto significa que en los peores momentos de sufrimiento por lo que no fue siempre había una futura mamá a golpe de vista.

Les hablo a los infértiles: ¿a todos nos dio siempre la sensación que el mundo entero podía quedarse embarazado menos mi mujer y yo? Obvio que sí!!! Es insoportable pero ahí vamos, la mejor cara de póker, aquí no ha pasado nada, y huida rauda del ángulo de visión de la panza. Es mirar el miedo de lo que no es frente a frente y que surja la bronca. El que no lo vivió va a pensar que somos egoístas y malas personas pero creo que en éste punto nunca nadie nos entendería.

Volviendo al trabajo, ir a comer también es un suplicio a veces porque las probabilidades de encontrarme con una “suertuda” son muy altas así que por lo general mis almuerzos terminan comiendo con la vista clavada en el televisor y de fondo la musiquita de la embarazada de turno contando ecografías, consejos médicos, pataditas, problemas para dormir o frases que suenan tan pero tan tontas que no me animo a transcribir.

Para terminar con el tema embarazadas aunque seguro será motivo de otras entradas, recuerdo un día no muy lejano que salí de trabajar y me crucé con una mujer embarazada, sentada en un bar con hombre y dos niños. Hubiera sido una más pero tuve la mala fortuna de verla con un cigarrillo en su mano, relajada, matando o cuanto menos enfermando al niño que llevaba dentro. Les juro que nunca sentí tanta bronca y nunca lamenté tanto no tener la valentía de enfrentarla y descargar todo mi odio ante semejante muestra de descuido, de desinterés. Me aleje con un nudo en la garganta, los ojos empapados y un dolor como si me hubieran clavado un puñal en el pecho. Que injusticia, que injusticia!!

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