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miércoles, 10 de octubre de 2018

La fuerza de las madrugadas

Tenía algo pendiente de lo que escribir y es de la fuerza, la indómita fuerza. Dicen los diccionarios que indómita refiere a algo que no se puede domar, que es difícil de someter, guiar o controlar. Quería escribir sobre ésa fuerza de la que echamos mano los infértiles para revertir ése diagnóstico, para darle lucha, para gritarle un sí a lo que es no.

Es claro que todos los seres humanos tenemos ésa fuerza innata de enfrentar las adversidades, con mayores o menores niveles de intensidad, incluso con mayor o menor consciencia de poseerla. Pero estoy convencido que lo nuestro es de otro nivel, casi que no es normal.

Muchos casos de infértiles superan cualquier intento de explicación lógica para entender cómo alguien puede recorrer tantas instancias físicas y mentales para lograr su objetivo.

Pero no sólo está la fuerza para intentarlo. La fuerza que nadie podrá explicar es la de volver a intentarlo cuando no resulta, incluso cuando las posibilidades de éxito no dan esperanzas ciertas y los miedos siempre se agrandan. De hecho, las certezas existen cuando hay un hijo en brazos, lo demás es empujar mil veces los límites conocidos y por conocer.

Un clásico de las cosas que se dicen a futuros padres en pleno embarazo es “aprovecha a dormir ahora porque después…”  Esa frase siempre me pareció una gran tontería porque no hay forma de acumular horas de sueño para equilibrar la falta de él después (sino seríamos osos ¿no?) Y siempre me llamó la atención la existencia de ésa fuerza para enfrentar noches sin dormir o dormir de a ratos que transcurren los padres nuevos. Claramente es el cuidado del niño y mil razones más que tienen que ver con el propio ser humano que lo hace sacar fuerzas de donde no hay para atender a quien no puede hacerlo por sí mismo.

Y siempre quise escribir o contar que me muero por pasar unas noches en vela cuidando un hijo. Lo bueno es que aún no sé si será por cambiar pañales, un dolor de panza o algún vómito de madrugada o porque ése hijo que vendrá tendrá su primer salida nocturna con amigos. Está por verse.

Yo no quiero saber de dónde sale la fuerza de las madrugadas en vela. Yo lo que quiero es vivirla en carne propia y que nadie me advierta lo mal que lo voy a pasar porque no, estarán equivocados. La pasaré mal porque quizás no sepa solucionar los llantos del hijo pero voy a sentir la fuerza indómita para estar ahí, para ser papá o intentarlo lo mejor posible.

Hace tiempo que hay días que no tengo fuerzas pero sé que el día que hagan falta ahí estarán. Si es necesario invocar a Thor o a Hulk lo haré. Nunca se sabe a qué superhéroe se puede recurrir para dormir un niño o qué cuento de princesas inventar para endulzar los sueños de una niña. O al revés, ¿quién sabe?

A los infértiles no nos digan que vamos a dormir poco o nada cuando nazca eso que tanto deseamos. Quizás ya tuvimos noches sin dormir… y sin bebés. Sin dormir por el deseo de tenerlo y por el dolor de no tenerlo.

Vayan a decirles a los padres “normales” ésa frase venida de inmemoriales tiempos de la humanidad. Si pasamos por lo que pasamos, con tanta cosa anormal tipo ciencia ficción rodeándonos, una madrugada sin dormir es lo de menos. Tendremos fuerza extra para estar despiertos porque será un sueño con los ojos bien abiertos.