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jueves, 18 de abril de 2019

¿Quién me ha robado el mes de abril?

Me pregunto quién me ha robado el mes de abril, el mes de mi cumpleaños, porque siempre fue MI mes. A los 10 días de iniciado abril, el calendario siempre marca que es la fecha de mi nacimiento. En el titulo cito el tema de Sabina pero esto que escribiré no tiene nada que ver con la letra de aquella canción.


Éste año me robaron mi mes porque desde ahora y por el resto de mi vida compartiré todos los festejos con mi hijo menor que los cumple cada 13 de abril. Lo que cuesta escribir todavía “mi hijo”, raro y lindo a la vez.

Aclaro que es un robo del que fui feliz “víctima”, que fue ejercido sin violencia y lo hizo armado con abrazos y besos. El domingo 14 celebramos juntos nuestros cumpleaños. Él tuvo compañeras de escuela de invitadas, castillo inflable, metegol y hasta un espacio para pintar con témperas los dibujos que quisiera, demostrando su prolijidad y detallismo para poner manos a la obra. Por mi parte, tuve un cumpleaños como hacía años no tenía, fui muy feliz viviendo el cumple doble que hasta tuvo dos tortas, una para cada uno con distintos motivos. Confesaré aquí que envidié la de él con los colores y el símbolo de Ironman J(agradezco a mi hermana menor que es una artista de la repostería!)

A mi niño también lo vi feliz, hiperactivo, nervioso. Estuve tentado en preguntarle si había tenido algún festejo así antes pero entendí que seguramente no lo tuvo así que lo mejor era que disfrute de lo que tiene desde ahora (y tendrá siempre). Tengo una foto que creo que es de las mejores que tomé, su carita asomando entre las partes del inflable y una sonrisa que no resiste análisis, que habla por sí sola.

Hace pocos días, este mismo niño que cumplió 10 años, fue corriendo a nuestra cama una noche (como todas las noches) y preguntó, muy serio: ¿ustedes tienen hijos? Nos tomó muy sorpresivamente y los segundos para pensar cómo responder puede que se hayan sentido como horas. En lugar de respuesta elegimos repreguntar: ¿y vos que crees? Él respondió y redobló la apuesta/pregunta: “no sé, ¿ustedes tienen hijos?” Fue entonces que dijimos que sí, que él y su hermano son nuestros hijos. Respondió con un simple “ah, bueno” y se quedó ahí entre nosotros como lo hace todas las noches, entre besos y abrazos. Creo que comenzaba a buscar nuestra aprobación, sentirse parte, encontrar su lugar.

Este escrito sigue contando sobre L, el menor. Concurre a una escuela de fútbol más recreativa que competitiva que le ayuda a conocer otros niños de su nueva ciudad. Ya hace más de un mes que concurre y le encanta. Va con su ropa del Barcelona, con la 10 de Messi por supuesto, aunque le guste más ser defensor. Sin embargo, en su última clase el profesor lo puso de 9 y que mis ojos de padre baboso no me dejen mentir pero jugó muy bien e hizo dos goles. Los que me leen saben que las palabras me salen bastante fácil pero no puedo explicar lo que sentí al verlo hacer ésos goles aunque sean sólo por jugar. Aún más me divierte verlo antes de comenzar a jugar haciendo algún pase de baile de los que se hacen ahora en plena cancha J

Quiero aprovechar para dejar una pequeña observación de la primera clase de la escuela de fútbol a la que lo llevé. Las mismas comienzan a las 18:30 hs y por supuesto que me quedé a un costado a observar cada movimiento de L. Con mi teléfono filmaba y sacaba fotos de todo lo que podía, atento a cada jugada de él hasta que en un momento tomé conciencia que era el único padre/madre de los aproximadamente 50 niños que estaba viendo la clase. Sé que yo estaba de licencia y tenía todo el tiempo del mundo para verlo pero me sorprendió muchísimo que de medio centenar de niños estuviera yo sólo mirando a mi hijo. ¿Será que estamos todos tan ocupados en éstos tiempos que no podemos “perder” una hora para ver a nuestros niños ser felices haciendo deporte?

martes, 9 de abril de 2019

Piedras por brillar

“Esto seguirá en febrero, veremos cómo continúa…” Así terminó mi última entrada al blog, publicada un muy muy lejano 18 de Enero. Pasó tanto en casi 3 meses, tengo tantas vivencias nuevas y cosas que fui anotando para, alguna vez, dejarlo plasmado en éste blog, que debería publicar 10 entradas nuevas.


Lo primero que quiero escribir es que mañana 10 de abril cumplo años, 44 para ser preciso. Y claro que va a ser distinto a todos porque ahora tengo dos faros que iluminan mi camino, nuestro camino. Y podrá ser una frase trillada y bastante cursi pero es lo que es, decirlo así es la metáfora perfecta.

Hubo mucha oscuridad, ceguera, días enteros de ver todo negro, todo mal, pero ahora tengo dos luces en casa que iluminan el presente y el futuro. Puede que a veces siga sin ver el camino pero ésas luces siempre alumbran hacia adelante, para mantenerse despierto, alerta, que todo lo bueno va a llegar tarde o temprano.

Los fríos papeles de un juzgado dicen que desde el 13/02 tenemos una guarda provisoria por 60 días que se cumplen a fines de ésta semana. Nos visitarán psicólogos y asistente sociales para ver cómo marcha todo y darnos una nueva guarda, más extensa claro. Parece que hubieran pasado un par de años, lo juro.

Pocos días después de aquél 18 de Enero tomé licencia laboral por un recrudecimiento de mi ansiedad la cual terminó coincidiendo con la llegada de F y L a nuestra casa.

Pensé mil veces cuan incompatibles eran un tratamiento psiquiátrico con el nuevo rol de papá pero hoy puedo decir que todo funcionó, que pude estar presente en un momento clave para ellos. Decir que sin querer me ayudaron, que me hicieron sentir útil, que los podía cuidar, aconsejar, guiar y acompañar. Hoy estoy mejor y seguramente haya pronto en mi blog algún capítulo sobre ése problema que insiste en acompañarme.

Tenemos cada día una montaña rusa en nuestras vidas, momentos buenos y de los otros. Hubo feos y lindos pero seguimos en pie, como una familia. Una familia que, vale recordar, en los primeros días de diciembre aún no se conocía, unos no sabían de la existencia de los otros. Un día como hoy, hace tan sólo 4 meses, viajábamos por primera vez a su provincia para conocerlos. A cuántos se nos pasan 4 meses de manera fugaz, inadvertida, sin pestañear prácticamente. A cuántos de nosotros en 4 meses cualesquiera no nos pasó nada importante, pasamos los días a pura rutina, casi sin vivir.

Bueno, a mí en 4 meses la vida se me dio vuelta. El contador de hijos pasó de 0 a 2 en el mismo tiempo que un Formula 1 acelera de 0 a 100 km/h.

 

Hoy al volver a escribir quiero hacer foco en que no nos equivocamos al elegir niños grandes para que seamos una familia. Antes tenía algunos buenos argumentos pero ahora los tengo de sobra y siento satisfacción de haber hecho una buena elección en cuanto a las edades.

Hace un par de días veíamos televisión los cuatro, un sábado a la noche. Era un programa con invitados “famosos” de nuestro país que hablan sobre temas varios.

En un momento se me ocurrió preguntarles algo que daría pie al motivo principal de éste texto. Requerí su atención y les pregunté: ¿ustedes saben quiénes son los 6 invitados del programa? Ambos respondieron lo que ya suponía: “No”. Y de golpe caía en la cuenta que tienen mucho por conocer y no sólo unos invitados a un programa de tv, sino que estuvieron los últimos años ausentes de una realidad que no les llegaba pero tampoco les interesaba y hasta sentí cierta envidia de ellos que no conocen de crisis económicas, de presidentes, de guerras, de exiliados, de políticos, etc.

Y entonces repasé los días anteriores desde que están con nosotros en distintas situaciones y me di cuenta que son, en muchas cosas de sus vidas, como bebés que comienzan a dar sus primeros pasos. Tienen muchísimo por aprender y estamos deseosos de enseñarles a caminar, a saber, a vivir.

Los he imaginado simbolizados como piedras preciosas a las que hay que pulir para sacarles brillo. También para sacarles las marcas y arañazos que les dejaron en la piel y en el alma los que pasaron antes por sus vidas. Eso, eso va a costar mucho más.

Sucedió varias veces que se encontraron con comidas que no conocían y lo primero que dijeron fue “no me gusta”. Con paciencia les hicimos entender que si no probaban no podían saber de verdad si les gustaba o no. Por suerte, al 90 por ciento de esos sabores desconocidos los terminaron aceptando excepto el queso roquefort (rarísimo, no saben lo que se pierdenJ)

También son como niños pequeños en cuanto a la tecnología. Usan nuestros celulares y computadoras sólo para ver videos en YouTube y las búsquedas siempre son de música o de fútbol y algún que otro dibujo animado. Igual que cuando los padres les muestran videos a sus niños para entretenerlos mientras comen o para mantenerlos ocupados con la pantalla. Hay todo un mundo de cosas útiles que desconocen que les podremos enseñar y otras tantas que deberemos evitarles. Casi no registran las redes sociales pero será cuestión de tiempo hasta que pregunten cómo abrir su perfil en una u otra.

En muchas aristas de sus vidas parecen más chicos de lo que indican sus 9 y 16 años. Tienen una inocencia que no es habitual en niños de sus mismas edades. Lo bueno es que eso no les preocupa y hasta puedo decir que no lo registran.

En resumen, conocí a muchas personas que querían adoptar niños pequeños o bebés para criarlos a su manera, para que aprendan todo “desde cero”, que su hijo viniera sin experiencias y sin conciencia de sus dolores pasados. No era nuestro caso y sin embargo tenemos muchas cosas por enseñar desde cero. Y lo mejor es que ellos pueden expresar sus necesidades con palabras. Y lo que les duele también pero eso lo contaré en otra entrada.

Para terminar y viendo mi entusiasmo muchos dirán: ¿Pero entonces es todo color de rosas? Por supuesto que no! Somos como cualquier familia, sube y baja de emociones y sentimientos, idas y venidas, amor y algún breve desamor. Como todas y como ninguna. Gracias por leerme.